Historias de los perros más leales

 

Qué duda cabe que el perro es el amigo más fiel del hombre y el cariño que brinda a su amo es realmente inconmensurable.

Existe mucho sufrimiento cuando tenemos que despedir a ese compañero que parte antes de tiempo, pero a veces también ha sucedido que primero se va el amo y cuando eso sucede hay historias que revelan cuan eterno es el cariño de nuestra mascota.

Por ello hoy compartiremos algunas historias de mascotas que no abandonaron a sus amos, incluso después de la muerte.

 

La historia de Fido

Fido, es un perro que se pasó la vida en la estación esperando un tren que le trajera de regreso a su dueño.

Todo se inició en un pequeño pueblo de Italia. Fido  nació en el otoño de 1941 en Borgo San Lorenzo, Toscana. Era un perro callejero que fue encontrado tendido en una zanja herido por un hombre llamado Luigi, quien lo adoptó y que luego junto a su esposa lo cuidaron hasta que se sanó.

Luigi era un carpintero que acostumbraba todas las mañanas tomar el tren para ir a su trabajo, con la compañía de su perro fiel Fido, quien al finalizar la tarde lo esperaba en la estación.

Luigi fue reclutado en la Segunda Guerra Mundial y ya no regreso jamás, Pero Fido todos los días esperaba en la estación con la esperanza de que volviera su amo. Pasaron muchos años,  y Fido sufrió de artritis pero eso no era impedimento para seguir el camino a la estación.

Haswta que una tarde de invierno Fido ya no regreso a casa, encontraron su cuerpo congelado, y muchas personas que supieron la historia lloraron y en memoria de él le hicieron una estatua.

 

La historia de Collie

Collie, era un perro que estuvo durante nueve años visitando el cementerio donde su dueño había sido incinerado.

Collie era  un perro que no era de acercarse mucho a la gente, ni se dejaba acariciar por nadie. Llegó al cementerio La Piedad de Argentina el día que enterraron a su dueño en el 2005 y jamás se alejó de la tumba de este.

Sus familiares Intentaron llevarlo a casa varias veces, pero fue imposible alejarlo de la tumba de su dueño, era tanto el cariño de la mascota por su dueño que no quiso nunca alejarse del lugar.

En el 2014 fallece Collie de una insuficiencia renal, fue atendido por el veterinario Federico Bonino en su clínica luego de que un grupo de rescate animal se pusiera en contacto con él. La muerte de Collie dejó una tristeza muy grande entre la gente que ya le conocía y radmiraban su lealtad.

 

 

La historia de Bobby

Bobby, se pasó casi catorce años cuidando la tumba de su querido amo. John Gray era un policía de Edimburgo, dueño de un pequeño terrier, su dueño le había enseñado varios trucos, de los cuales las personas disfrutaban.

En 1858, Gray fallece debido a una tuberculosis, desde ese momento Bobby estuvo vagando en la tumba de su amo, solo se alejaba en la época de frio y para buscar algo de comida pero luego regresaba al lugar.

Luego de catorce años, Bobby falleció y descansó en paz junto a su amo, aquél al que nunca volvió a ver pero a quien siempre le guardo cariño y lealtad..

La historia de Bobby fue valorada por mucha gente y es por ello que después de su muerte, en homenaje a ese perro leal hasta la muerte se le hizo un homenaje de parte de escultor William Brodie que creó una estatua de Bobby a tamaño real encargada por la Baronesa Burdett-Coutts que yace frente al “Greyfriars Bobby’s Bar”.

 

La historia de Canelo

Por el año 1990 un hombre y su perro llegaron hasta un hospital, en donde a él le iban a practicar un procedimiento de diálisis. Era algo habitual, y como siempre, dejó a su amigo fiel en la entrada de la edificación diciéndole con cariño: “Espera aquí compañero”.

Pero ese día hubo complicaciones y  lamentablemente el hombre falleció durante su tratamiento.

Canelo por su lado, fue fiel a las palabras de su amo y estuvo esperándolo por siempre. Pasaron muchas horas, los días, los meses y los años, y siempre estuvo ahí, soportando con firmeza los duros inviernos y los implacables y calurosos veranos. Canelo seguía yendo a  la puerta del hospital.  

En el transcurso de los años siguientes fue denunciado por un vecino, quien dijo que Canelo había atacado a su perro, motivo por el cual, los empleados de la perrera municipal se lo llevaron “detenido”, con el propósito de sacrificarlo.

Pero fue tanto el cariño que el animal había despertado en los vecinos que vivían cerca del hospital, que hubo movilizaciones populares pidiendo el “indulto” de tan noble y leal animal.

Las protestas dieron resultado y las autoridades  indultaron a Canelo. Luego de unos días, una Asociación apadrinó el perro, suministrándole  vacunas y los permisos necesarios, para que pudiera continuar viviendo tranquilo, en el mismo lugar donde había permanecido los últimos años y siempre a la “espera” de la salida de su amo.

Así continuó la vida de Canelo, hasta completar 12 años en la puerta del hospital. Lamentablemente, un día, un vehículo lo atropelló a pocos metros de ahí y falleció.

Le hicieron una placa conmemorativa a Canelo como demostración de admiración y cariño, fue el tributo a la nobleza del animal, los habitantes de Cádiz lo recuerdan con esa placa, situada muy cerca de donde pasó la mayor parte de su vida, luego de la muerte de su amo.

La  inscripción de la placa dice: “A Canelo que durante doce años esperó a las puertas del hospital a su amo fallecido. El pueblo de Cádiz, como homenaje a su fidelidad. Fue un perro fiel. De

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